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jueves, 16 de julio de 2020

Gasógeno

En el post de hoy, vamos a hacer un poco de memoria a uno de los sistemas que utilizaron nuestros abuelos para hacer funcionar los vehículos automóviles cuando hubo escasez de petróleo.

Este sistema denominado gasógeno, fue extensamente utilizado entre el final de la primera guerra mundial y la postguerra de la Segunda Guerra Mundial, por las dificultades de abastecerse de petróleo y sus derivados en el mercado mundial. Aunque actualmente puede verse vehículos que instalan este sistema en países subdesarrollados o en zonas de la Europa del este.

El gasógeno es un aparato que se instala a un vehículo con motor de gasolina el cual funciona usando la gasificación. La gasificación es el procedimiento que permite obtener combustible gaseoso a partir de combustibles sólidos como el carbón, la leña o casi cualquier residuo combustible.

Cuando se quema parcialmente madera, carbón o cualquier material en virutas o trozos con alto contenido en carbono, se generan gases combustibles. Por lo general, el gas producto de esa combustión incompleta cuenta con cantidades apreciables de monóxido de carbono (CO), susceptible de ser empleado como alimento en motores adaptados para ello. Utilizando este sistema se pueden aprovechar combustibles sólidos para mover motores de combustión interna en tiempo de escasez de gasolina y gasóleo.




El proceso de gasificación de materia orgánica para ser convertida en gas combustible, se llevaba empleando desde la década de 1870, aunque no era algo demasiado extendido. Sus primeros usos no tuvieron relación con la automoción, sino con el deseo de crear un gas de alumbrado barato.


Fue el ingeniero químico francés Georges Christian Peter Imbert, nacido en 1884, quien perfeccionó la técnica para obtener gas combustible a partir de madera en el primer cuarto del siglo XX consiguiendo sistema portátil para automóviles. Partiendo de sus diseños, pronto la necesidad hizo que aparecieran cientos de variantes adaptadas a todo tipo de vehículos. Esa necesidad llegó a ser tal que, se construyeron variantes del sistema que no partían de madera o carbón como materia prima, sino de carburo cálcico.



El gasógeno consiste en un gran recipiente metálico es cual se utiliza a modo de caldera donde se introduce el combustible sólido que sufrirá la combustión parcial. Esta combustión se realizaba en el interior de la caldera con una entrada de aire controlada, de tal forma que con escasez de oxígeno la madera no se quemaba completamente. El combustible se tiene que quemar parcialmente porque los gases resultantes contienen monóxido de carbono (CO), cosa que no sucede cuando la combustión es completa.

Ese monóxido de carbono se conduce mediante tuberías hacia un depósito de precipitación, un refrigerador y un filtro para filtrar y tratar el gas adecuadamente. Ese gas tratado se introduce dentro del motor de gasolina para que mediante la chispa de la bujía pueda explosionar y hacer funcionar el motor.

Este sistema hacia funcionar el vehículo pero el monóxido de carbono tiene escaso poder energético por lo que no se podía circular a altas velocidades y en caso de haber una pendiente ascendente, en ocasiones el motor no podía superarla. Para ello en muchas instalaciones se añadían mecanismos capaces de hacer que la mezcla de gases se enriqueciera, por ejemplo, añadiendo sistemas con vapor de agua para añadir algo de hidrógeno a la mezcla resultante. Otras instalaciones añadían un pequeño depósito para gasolina conectado al motor y una llave de paso que se abría únicamente cuando era necesario pasar el obstáculo.

Otro problema del gasógeno es que los sistemas que debían instalarse eran muy voluminosos. En camiones o autobuses la complicación de adaptar el sistema era menor porque se puede instalar en la parte trasera, o incluso en el amplio techo, pero en los automóviles  se complicaba. En algunas ocasiones, sin espacio para la caldera, se recurría a instalarlo en un remoque asociado al vehículo.
Adaptar un vehículo con motor de gasolina para alimentarse con gasógeno, no era una tarea complicada. Con escasos materiales y piezas, se puede realizar la adaptación en pocas horas. Con el tiempo surgieron kits especiales, bajo patentes diversas, destinados a facilitar la tarea de montaje. Algunos vehículos como el “escarabajo” de Volkswagen, salieron de la línea de montaje con el gasógeno instalado y la recarga se realizaba a través de un orificio en el capó.


Lo irónico de este sistema es que a pesar de necesitar combustibles fósiles como la madera para funcionar, al utilizarse el gas como alimento para el motor de combustión, los valores de los gases contaminantes que emite el vehículo son menores que los de un vehículo gasolina convencional.

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